PINTAR EL PENSAMIENTO

Héctor Salud

Los colores de la obra de Celina Jure no son el resultado de un capricho estético ni mucho menos del azar. El vendaval de sensaciones que cada uno de ellos desata en el espectador es el resultado de una formación artística inspirada por la mano de Grauber en la archi-selecta academia de Bellas Artes de Dusseldorf, la influencia del museo Inse Hombroich, y el aprendizaje de la danza y la cerámica. Son colores vivientes que nos transportan a la emoción inmediata de la pintura, colores que parecen existir por sí mismos, en su dimensión total, y sumergir a quien los contempla en un mar voluptuoso e implacable.
En papeles y telas de enorme formato el gesto de pintar desde arriba se afirma con un protagonismo visible, contundente. Celina pinta de pié, desplazándose sobre sus cuadros desmesurados armada de pinceles hechos de trapos, escobas y pelucas atadas a la punta de un palo. Los gestos de cada día se suman sin vacilación ni contradicción alguna a aquellos que la danza de Celina imprimió sobre la tela el día anterior. Así, al cabo de un derrotero en el que la pintora mantiene las riendas de su creación desde el filo mismo de una perspectiva de equilibrista, emerge una obra vigorosa, provocativa, casi escultórica.
Reflejos, meandros, superposición de gestos: todo aquello que el movimiento pueda expresar se manifiesta a través de la potencia volcánica del color.
La pintura de esta jujenia que gravita entre Yala, Boedo y Dusseldorf, es siempre un momento único ante el que caemos seducidos. Sus gestos elegantes y suntuosos nos adentran en el misterio de un universo en el que habita el peso de su cuerpo.

Héctor Salud
París Julio 2012